Bien pues yo me acuerdo que la ágüela tenia una plancha, de esas que se ponían en la lumbre para que se calentaran y la verdad, que esta tenían que estar bien arrimadas a las ascuas para que se calentara y no tueiran tienes, es decir que no manchara, pues yo aun me acuerdo de esas planchas , la verdad que estas quemaban mas, que la palabras de la suegras.
Bien esta cuando estaban calientes y habia que planchar algo, pues la ágüela las cogía con un trapo muy liado, pero que fuera gordo para no quemarse las manos, pues me acuerdo que decía la ágüela: “quitaros que os quemais.”
Pobres trapos, pues la ágüela cogía capacha y la restregaba en el suelo con unos trapos viejos para que esta se limpiara de lastimones . Bien entonces planchaban en lo alto de la mesa, en una manta y para ver cuando esta, se estaba enfriando, la ágüela cogía un escupitajo y si este resbalaba, todavía se podía planchar y sino, otra ver a la lumbre.
Pues asi era como se planchaba antes, eso si la ágüela decía que para desinfestar las cosa como las costura, decia que como la plancha nada. Era trabajoso pero la verdad es que no habia otra cosa, pero mas felices que las perdices.
Siempre estábamos cantando Bien entonces no havía tantas tintorerías, ni tantas planchadoras, por lo menos en La Peza, que era la tierra mas hermosa que yo he conocido, como es la que me vido de nacer
Bien, pues ya estaba la cosa un poco mejor y vino unas planchas, que eran muy pesadas y a estas había que llénarlas de ascuas que fueran de encina o de olivo, para que calentarán la plancha.
Esta plancha tenia una chimenea para que saliera el humo o no se, seria para que respirara, porque si no se apagaban. Bien pues esto era mas cómoda porque polo menos no tenía que poner el la lumbre que cuando la sacabas parecía un demonio ardiendo
Bien, pues decía la agüela que tienes que aprendes a planchar unos pantalones, que las mujeres tienen que saber planchar una camisa y los pantalones, para pódese casar y yo decía: “ yo no aprendo nunca, porque mi pobre padre solo tenia los puestos, que eran de pana y esto se lo hacian para las fiestas.
Siempre estábamos cantando Bien entonces no havía tantas tintorerías, ni tantas planchadoras, por lo menos en La Peza, que era la tierra mas hermosa que yo he conocido, como es la que me vido de nacer
Bien, pues ya estaba la cosa un poco mejor y vino unas planchas, que eran muy pesadas y a estas había que llénarlas de ascuas que fueran de encina o de olivo, para que calentarán la plancha.
Esta plancha tenia una chimenea para que saliera el humo o no se, seria para que respirara, porque si no se apagaban. Bien pues esto era mas cómoda porque polo menos no tenía que poner el la lumbre que cuando la sacabas parecía un demonio ardiendo
Bien, pues decía la agüela que tienes que aprendes a planchar unos pantalones, que las mujeres tienen que saber planchar una camisa y los pantalones, para pódese casar y yo decía: “ yo no aprendo nunca, porque mi pobre padre solo tenia los puestos, que eran de pana y esto se lo hacian para las fiestas.
Así que al final, ¿sabéis que hago?. que los llevo a la tintoreria y vienen ya con las rayas hechas. Así que hoy gracias a Diós tenemos de todo, planchas de vapor y de todas.
Hay que estar agradecidas a la vida que nos ha tocado vivir, sino vida la que hemos pasado, como decía la ágüela : “A señorito se aprende pronto, a pobre cuesta”.
Hay que estar agradecidas a la vida que nos ha tocado vivir, sino vida la que hemos pasado, como decía la ágüela : “A señorito se aprende pronto, a pobre cuesta”.
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