Os cuento cuando yo era chica en La Peza, no havia agua en las casas la verdad, que en casi todas las casas havia una cantarera y esta tenia cuatro cantaros de barro y encima para que no le entraran bichos, como moscas u otros, en estos pues tenian unos tapones de madera muy bonitos que la aguela los tenia cogidos del asa del cantaro.
Pues la verdad que el agua era un trabajo a veces ibas a los cantoros y no havia agua.
Bien pues yo me acuerdo que los mayores cogian un jarro y dos cantaros y en la Fuente del Culo que esta junto al corral de Matias, alli havia que hacer cola para llenar los cantaros.
Pues ponian el cantaro de pie y con el jarro lo llenaban. Pues el cantaro, a lo mejor le cavian mas de veinte jarros. La verdad que habia que cogerlo con cuidado para que la fuente no se enturbiara, pues la verdad era de pena
Bien pues te decian: no se puede uno acostar sin agua, pues la ágüela decía que el agua tenia una hora que estaba dormida y la verdad que a mi medaba miedo, pues ella decía que antes de beberla a media noche, si tenias se tenias que moverla y así despertaba.
No se si era verdad, la cosa es que yo me lo creía. Bien pues la agüela decía que la comida tenia que estar siempre tapada, porque así ningún bicho entraba, pues ella contaba que los bichos todo lo recorrían y después no te dabas cuenta. Ella decía que a donde no tenia escapatoria era en el aceite, el que lo visitaba alli se quedaba para siempre.
Pues ella a veces, como muchas vecinas, la comida la tapaban con un ceazo, pero mas felices que unas pascuas, a mi solo de lo que me daba miedo, era de las salamanquesas, que estas corrían por las paredes de donde estaban las lamparas
Pues yo lo mismo que todas, corríamos porque decían que si te escupían te quedabas calva y a mi no veas las vueltas que daba, la verdad es que era mas tonta que Picio, pero mas feliz que nadie.
La agüela en el dormitorio de ella tenia una zafa y como un jarro lleno de agua, para lavarse por la mañana. Era muy primorosa y a veces me decía: “quítate por lo menos las pitarras”.
Yo como he dicho, era floja con gana, como todos los niños y entonces se tenían los ojos llenos de pitarras. Y te decían: “esta mañana no tenias agua ¿verdad?. Pues a veces tenias que ir a los cañillos chicos y también tenias que hacer cola
Y a veces, como te descuidaras el cántaro, no se que pasaba que quedaba mocho, pero contento porque si se rompia no veas que faena, para comprar otro. Era de pena tanta miseria, así que ahora tenemos agua en todas las casa gracias a Diós.
Esto ya queda en el olvido, pues en Granada tambien iba un hombre vendiendo agua de la fuente el avellano y cuando en La Peza estaban trabajando en el campo, havía una cuadrilla de personas y havía un aguador para todos. Este estaba casi todo el día en la fuente y repartiendo jarro de agua la verdad que éramos muy felices y cuando por la noche se despertaba, te empinabas el cántaro y la verdad que jamás nos pusimos malos, es decir el agua es la vida, así que hay que cuídarla y mirar por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario