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31 de mayo de 2011

Las hierbas sagradas de las Eras de la Cara



Os cuento cuando yo era chica, no se que pasaba que las hierbas de las eras de la Cara no podían entrar nadie a comerlas, no se porque, si es que la tenian guardadas para algo.
La cosa es que como he dicho antes, todos en el pueblo tenia un marranillo y esto era para la matanza, pues yo recuerdo que mi abuela tenia uno muy pequeñillo, y la verdad, las hierbas era grandes y las tenían cuidadas.
No recuerdo el porque o para qué, la cosa es que como antes, todos buscábamos hiervas para los marranos, pues donde fuera, la cosa era traer buenas canasta llenas para los animales, bien de hojas de remolacha o de alfalfa para que comieran, pero, la verdad, que las de la Era de la Cara aquel año eran sagradas
Alli solo se iba a por la tierra de humero, era tierra pajiza que era de lo que se blanqueaba los palos de los techos, pero las hierbas eran para alguna fiesta,

Yo recuerdo que antes en La Peza había dos municipales y un guarda de la vega, porque todo volaba. Bien, pues recuerdo que vinieron unas primas mías de fuera y la verdad que para ellas los animales eran un juguete y al ver el marranillo, pues dice la abuela: “Si queréis podéis llevarlo que beba agua a la fuente del culo,
Pero nosotros no lo pensamos y nos fuimos a las eras de la Cara con el marranillo y no veas, el marrano se perdió.

Como era tan chico y la hierba tan alta, pues lo buscábamos y no parecía, pero valgame lo que nos encontremos, a Gañes que era el municipal.
Este hombre no tenia niños y era muy serio, y dice: “¿de quien es el marrano?, porque todas junto al marrano, esta noche dormís en la carcel”.

Yo ahora me acuerdo y me rio, pero en aquellos momentos me creía asomar a la ventana de la carcel, que esta estaba junto a la casa de Alfredo, era un bajo.
La verdad me acuerdo y valla susto que nos metió el Gañes con el marranillo de la abuela.
Otro dia teníamos una becerra y esta era pequeñita y tenia un cencerro, y se le callo, y fuimos aponérselo y estuvo dándonos topetazos hasta que mi padre le echo unas hojas. Era gracioso lo felices que éramos, pero a la vez lo asustones, que teníamos mas miedo que verguenza


3 comentarios:

MTeresa dijo...

Con la memoria
y la escritura
los recuerdos de antaño
no se perderán,
un saludo

Julie Sopetrán dijo...

Qué hermosa historia María!!! Me encantan tus cuentos. a ver si esta vez ya puedo usar Google... Un abrazo y mi cariño siempre.

ecos de ubeda dijo...

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