La
condenada prisa se llevó por delante para siempre el encanto de los amables
espaciosos Paseos de la ciudad. Alguien dijo que el viejo placer peripatético
ha sido sustituido por la angustiosa de lo imprevisto y de la velocidad .
Antes, durante casi un siglo, los granadinos bajaban a
diestra de sus Paseos a ambas márgenes del Genil casi todas las tardes el año
que el buen tiempo lo permitía simplemente para encontrarse, para caminar
descansadamente , no diciendo nada o conversando en los días soleados del
invierno y al anochecer de los veranos , la burguersía en particular practicaba
la costumbre de darse cita en en el Salón o en la Bomba, punto frecuentado por
todos con una asiduidad que hoy extrañaría .
El venir a estos lugares poco menos que a diario,
formaba parte de la rutina habitual de cientos acomodada. Se acudía a estos
Paseos para reunirse con las amistades , para ver y ser vistos, para mirar y
ser mirados
Una especie de foso social separaría el Salón y la
Bomba del paseo de enfrente , el de Violón, concurrido por la gente trabajadora
, sin duda más a sus anchas lejos de la compostura almidonada de otras
sociedad. Por ello no sin gracia y desgarro, el mismo pueblo llamaría al Violón
en aquella época el Paseo de la Chancletas , Broma aparte , la verdad es que la
estratificación social de la ciudad se dejaba sentir también en este tipo de
preferencias.
Pero vamos con la imagen que, en definitiva, dicta el comentario. La bella
fotografía aquí elegida nos brinda la entrada al Paseo del Salón, cuando lucía
en este lugar la fuente que hoy vemos en la Plaza de Bibarrambla, la llamaba de
los Gigantones Gallego Burín, en su Guía , anota que la fuente es del siglo XVI
y estuvo instalada primeramente en el convento de San Agustín.
Desmontada de allí ser
demolido el edificio religioso con motivo de la exclaustración, la fuente
inició su peregrinación, urbana que , en siglo y medio , la tuvo inicialmente
al comienzo del Paso del Salón dejando este sitio al monumento a la Reina
Isabel la Católica y Colón(instalado en 1892) para ser llevada al Paseo de la
Bomba y, por fin, en 1940, trasladada a donde se encuentra ahora .La imagen
está, pues tomada en los años 80 del pasado siglo, cuando los Paseos del Salón
y la Bomba, empezaban a poblarse de hermosos y elegantes palacetes rodeados de
risueños jardines .
Un provinciano y digno
remedo de las entonces flamantes Castellana madrileña. Empresarios, médicos,
abogados y algunas familias de la nobleza y de la alta burguesía, figuraron
entre los primeros propietarios de la zona. Hoy, estos viejos amables y serenos
escenarios han sido asesinados por el automóvil, como diría Foxá.
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