Dos viejas entrañables imágenes de la Granada de los 40 y 50, recientes
todavía los dolorosos estragos de la guerra, que impresionaron la vida
cotidiana de atroces secuelas de carestías, privaciones y dificultades de todas
clases.Sin duda dos interesantes fotografías , que nos van a permitir el juego
melancólico de las nostalgia anedóticas esta pequeñas anécdotas – dice fernando
Vizcaíno Casas-, que no alcanzaban a comprenderla.
Si el Paseo de los Triste , entonces cubierto de jardines , fue el favorito
de los granadinos durante largo tiempo a partir del siglo XVII, si durante el
XIX y primer tercio del actual, los gusto de la gente derivaron hacia los
amenos y placenteros parajes junto a las riberas del río Genil, en los tiempo
de la postguerra civil, el paseo principal de la ciudad empezaba a la altura de
la antigua casa de Correos – en la actual plaza de Isabel la Católica –, continuaba
por la acera izquierda de Reyes Católicos y llegaba hasta la Virgen por la
Acera del Casino. Este itinerario, que la gente joven recorría infinidad de
veces en ambas direcciones tenía sus horas bien diferenciadas, de modo especial
los domingos , aquello domingos que empezaba a esperarse, ilusionadamente desde
los viernes .En los festivos , el paseo , que durante la mañana era escasamente
transitado, lo normal era levantarse tarde, comenzaba animarse tarde –,
comenzaba a las salidas de las misas – la más concurrida , la de Catedral-, que
coincidía con las hora del aperitivo, Al caer la tarde , era cuando la juventud
cumplía alegremente con el ritual del paseo, hasta la hora del cine. La
costumbre se inserta con naturalidad en los usos sociales de la ciudad .Era un
rutinario pretexto para verse , saludarse, o encontrarse. Miradas de reojo
entre quienes ya se gustaban. Y sonrisas disimuladas a veces porque los papás
iban a corta distancia de las niñas , en discreta misión de vigilancia .Los
muchachos hacían un esfuerzo- el reto de la semana fumaban Rubio, Tres
Carabelas –y presumía con el paquete de Philip Morris a cinco pesetas la
cajetilla .Americanas blancas en verano, trajes prícipe de Gales en invierno (no
daba para más la industria del tejido) y, en ellas con zapatos tanque y rebeca
,sobre los hombros , las primeras medias de plexiglás (por lo general traídas
de Tetuán en algún viaje de Educación y Descanso).
A la izquerda de la primera fotografía se observa la popularísima terraza
del café Delhi ( antiguo Imperial) junto al Casino, Este café llenó todo un
capítulo de la vida social de Granada hace cuarenta años .Igual que un local de
espectáculos al aire libre que estaba allí cerca el cine Palermo, en lo que
ahora es pasaje de la Moras. En las noches de verano no sólo daba programa de
cine ,sino sólo incluso breves temporadas de teatro, preferentemente zarzuelas
,género al que entonces había tanta afición.
El tiempo, y sensibles
transformaciones arquitectónicas, hicieron desaparecer para siempre este amable
paisaje, tan gustosamente provinciano. También acabó con aquella costumbres del
paseo, que hacía que toda la vida de la ciudad se vinculara a este trayecto
entre Correos y la Basílica de la Patrona. Quizá fuera – como decía González
Ruano de estos paseos de ciudades pequeñas- el aglutinante vivo de las
poblaciones un poco muertas.
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