Hara quien tenga el mal gusto de suponer, que la emoción popular por la
muerte de un torero que cae trágicamente por la certera cornada de su enemigo,
es prueba de barbarie .Los taurófilos opinan, en cambio, todos lo contrarío o sea,que
esa reacción es la mejor muestra de la sensibilidad de la muchedumbre. Piense
cada cual según su parecer , lo cierto es que el trágico suceso de un diestro, por
lo general en plena arrogante juventud, que sale de su hospedaje vestido de
seda y oro, repartiendo sonrisas y apretones de manos seguro y gallardo,
marchando a la plaza entre el entusiasmo del público , y donde esperaba
encontrar el aplauso
la Muerte , es algo tan dramático,
que en todos los tiempos por lo que ha pasado la fiesta brava ha impresionado
hondamente , despertando a la par admiración y espanto.
En la interesante colección artítica del Museo Casa de los Tiros , se
conserva el curioso dibujo que reproducimos inspirado en la primera cogida
mortal en nuestra primitiva Plaza de Toros , y también uno de los primeros
percances fatales que quedaron registrados en los Anales del Toreo, cuando ya
éste empezaba a instituirse como espectáculo regular formalmente reglamentado. La
Fecha de infausto suceso , el 8 de junio de 18o, .Si recordamos que el coso se
había inagurado en 1768, Hay que suponer que se celebraban escasas corridas o
que una providencia milagrosa había velado durante treinta y tres años por los
diestros que se habían enfrentado, desvalidos de toda o casi toda asistencia
sanitaria , a toracos monumentales de fiereza elemeral.
En la corrida de aquel día aciego, el malagueño francisco García Perucho,
que actuaba con categoría de primer espada era corneado por el toro Babero, de
una vacada Famosa entonces , la del ganadero utrerano don Juan José Bácquer. El
infortunado diestro moriría de resultas de la cogida, a las 20 horas , como se
lee en el pintoresco texto del oportuno documento gráfico.
Pocos datos se conservan del malogrado protagonista del curioso dibujo,
dibujo tosco. lo describe atinadamente el recordado cronista Antonio Cortés –,
dibujo sin movimiento, que es nota característica de la ilustración taurina en
sus primeros años ,
Se sabe sólo que el infeliz Perucho era hombre de escasa
preparación, que superaba a base de valentía su corto conocimiento de las
artes de la lidia .La última tarde de su vida, quiso el azar que, en alguna
localidad de aquel primer coso granadino, un espectador tuviera dotes
elementales para el dibujo y nos dejara esta reproducción,tosca y veraz, de la
trágica cogida, Pocos días antes , en Madrid- el 11 de mayo-, el toro Barbudo,
de Peñaranda de Bracamonte, había segado de raiz la vida en flor del legendario
Pepe Hillo. Se presentía los versos de Alberti:
..Y en la sombra vendido, de puntillas .
da su junco a la medida
luna fiera,
y a la muerte su gracia
de rodilla.
El toreo vivía sus
primera tragelias aquel lejano 1801.Tmabién sus primeras grandezas .El maesro
Pedro Romero estaba en la cumbre de su sabiduría , de su poderío. Treinta años
duraría si vida activa , mataría casi seis mil toros y es fama que ninguno
llegó a rozarle.
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