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25 de febrero de 2014

Calle de Santa Ana Granada



Las ciudades  andaluzas  no se concibieron  nunca sobre  la base  de calles  anchas , espaciosas . El sol  suele  castigar  a veces  implacablemente ,  durante meses . De ahí que nuestros  antepasado  jamás  concibieron  la posibilidad de trazar  su  callejero con  la amplitud que pudieron  hacerlo  en otros  lugares  europeos . Ganivet, refiríndose  al Norte  donde  encontraría  voluntariamente  la muerte  escribió, Estas  ciudades  necesitan  antes que nada  buscar sol, luz porque  son ciudades  de invierno; por esto sus calles  tienen  que ser  anchísimas , tanto  más anchas cuanto  los edifíciós  son más altos  para  que los unos  no reciban  sombra  de los otros .El pensador  granadino  escribió también  Granada  es una ciudad  de sombra, su estructura antigua, que  es la lógica, obedece a la necesidad de quebrar la fuerza    excesiva del sol y de la luz, de detener corrientes  de un viento cálido; por  eso  sus calles  son  estrechas  e irregulares, no anchas  ni rectas.
Esta  es una  de esas  calles  antiguas  de la antigua  Granada , la de Santa Ana, una  de esas  muchas   calles  granadinas  en las que  parece que el tiempo se ha detenido, inmovilizándose preso en las redes  de una atmósfera sutil y misteriosa.
El desfase  planimétrico entre  la plaza  de Santa Ana  y la calle  del  lateral de la iglesia  que lleva  el mismo  nombre  , fue  objeto de  atención en 1940 para  eliminar los desequilibrios existentes  entre  ambas .De aquel tiempo  son las pinturas  de motivos  pompeyanos que se hicieron – y conservan- en la fachada  de la casa de la  derecha , ejecutados con el propósito de prolongar la perspectiva de la calle  en cuestión , paralela  al Darro, escribió Julio Juste. La calle de Santa Ana- como otras , del Albaicín, del Realejo...- pertenece a la morfología  del callejero granadino  antiguo,  del que aún  quedan  ejemplos,  por suerte , en la ciudad .Estas son calles  en las que  la luz  de Granada , según las horas , según la estación , seduce  y deslumbra: otro fugaces  que se convierte  en sutilísimos naranjas , azules  que se transforman  en violetas  escarlatas que se disuelven  en rosas  increíbles... Los matices  íntimos ,  los más  recónditos de nuestra  ciudad , se nos ofrecen en lugares  como éste.

1 comentario:

José María Piñeiro dijo...

He comprobado que sigues mi blog. Un saludo. Voy a investigar tu página.

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