Entre los grandes artistas románticos del siglo XIX
que se acercan a Granada y se convierte – con sus grabados
pinturas y dibujos,- en cronista de un tiempo y un espacio
irrepetibles en trance de desaparición, destaca Gustavo Doré, el genial
ilustrado , el supremo decorado de la Sagrada Biblia, de La
Divina Comedia, del Gargantúa y del Quijote, entre otras
obras inmortales,. Cuando Doré viene a Granada , en los años
sesenta , con el barón Charles Davillier – tipo extraordinario – lo
califica Néstor Luján-; nieto de un gobernador del Banco de
Francia ,Par del Reino, inmensamente rico que dedicó toda la vida a
viajar y a colecionar obras de arte-, el
prodigioso artista de Estraburgo está rotundamente
consagrada en París y Londres .Pero su lápiz magistral
alcanzará rasgo de auténtico genio con las admirables
ilustraciones que hará para el célebre libro Viaje por
España , de sus nobles compañeros de aventuras .Y entre
todas , las láminas granadinas , captando un mundo impalpable que,
gracias a ellas se salvó de la veladura del olvido .Porque
Doré tuvo el honor de ser el último artista
del gusto romántico testigo de una Granada de calma antigua y
silencios armoniosos que desaparecía para siempre .Doré llegó oportunamente
para escuchar un tiempo que se desvanecía en suspenso,
casi irreal, de poderoso hechizo.
El genio indiscutible del dibujo, uno de los
artista mimados por el público venía a España buscando
elementos nuevos para su arte ,como antes los había
buscado en pintoresca andanzas por Escocia y el País de Gales .En
Granada , la inspiración de Doré se dejó llevar por su fuerza
natural- tenía una capacidad creadora infinita y
una voluntad para el Gales .En Granada , la inspiración de
Doré se dejó llevar por su fuerza natural- tenía una
capacidad, creadora infinita y una voluntad-, y logró dibujos
de una impresiones belleza y calidad.La Alhambra , el Albayzín , el
Sacromonte , diversos escenarios urbanos de la ciudad ,
fueron idealizados y engrandecidos por su buril.
Pero a doré no se olvidó de las gentes , de los
trajinantes , de los gitanos , de los mendigos , que
pululaban por doquier. A estas gentes desventuradas , el
artista las exagera en sus dibujos y grabados , las deforma , las
caricaturiza, llegando a recrear su indiscutible talento-
decía Torraba y Bernardo de Quirós – pintando una familia de
gitanos que, al cobijo de unas chumberas , lanza contra el
forastero una mesnada de chiquillos..
En el deslumbramiento hacia el Sur que atrae ahora turistas
por millones ,Gustavo Doré – como los grandes artistas
que le precedieron :Roberts, Vivian Lewis, ect.- fue también
un maravillo0so turista. Un viajero que no necesitó de cámaras ni
objetivos fotográficos para captar el aire de infinita
melancolía de una ciudad en la que empezaba a ignorarse la
voz antigua de la historia .Pero aún bastaba con
subiese en una silla – como decía Fernández Almagro- para ver un
paisaje.
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