Habiendo sido tomado el castillo de La Peza entraron algunos soldados en casa del alcaide de La Peza y uno de ellos tropezó con un saco lleno de oro.
Penso el modo de quedarse con aquel monton de oro, sin despertar la codicia de sus compañeros, fue a la cocina, echó el oro en la olla, se la puso en la cabeza y bajo las escaleras diciendo:
— Paso, amigos, paso, porque el cocido esta hirviendo y quema
—¿Tanta hambre tienes, desgraciado, que piensas ahora en los garbanzos?
— Qué quieres, tomad vosotros las joyas, las telas finas y los ricos muebles; que yo llevo lo que mas conviene á mi familia.
—¡Ah, imbecil! dijo un tercero; con que poco te contentas peceño.
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