Al caer la noche ,
el banquete tocaba su fin y los esposos marchaban
juntos a su nuevo hogar , la casa del marido. La tradición
exigía remendar el ancestral rapto de la sabinas perpetrado por los hombres de
Rómulo en los inicios de Roma .La novia se resistía a
abandonar su hogar arrojándose en brazos de su madre ,
mientras el marido fingía arrebatarla a la fuerza.
Los recién casados
abandonaban la casa entre un cortejo que llevaba antorchas ,
cantaba y lazaban bromas obscenas .De este modo se
ahuyentaban los malos augurios y se propiciaba la fertilidad de la
nueva unión, mientras los transeúntes evaluaban la
importancia del enlace a tenor de lo nutrido y animado de la
comitiva.
Al llegar al
nuevo hogar se oficiaban nuevos ritos de agregación y
fecundidad: la recien casada ungía con manteca los goznes de la
puerta , recabando una unión fértil y fecunda, tras lo cual la desposada
mostraba la rueca y el huso que portaba, y el marido le hacía de un
copo de lana. A continuación ella colocaba un velo o un hilo de lana sobre la
puerta como promesa de trabajo y dedicación al hogar .Por último
pronunciaba la fórmula clásica de unión, Fidelidad y también
de obediencia : Donde tú eres Cayo, yo seré Caya
Desde este momento
ya podía penetrar en su nueva casa pero sin pisar el umbral,
por lo que debía entrar en brazos de los invitados y ser recogida
por el esposo
este la
investía de sus poderes como señora del hogar entregándole el
agua y el fuego, elementos que simbolizaban los principios
opuestos , el marido y la mujer , que entegraban el
matrimonio
ËSte materializaba
finalmente cuando los esposos compartían por primera vez el lecho conyugal en
la noche de bódas y por fin , la cortina se corría
Perdro Ängel Fenández vega
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