Miro
por la ventanilla. Nubes teñidas de rosa se dejan atravesar, blandas,
ligeras , infinitas . Una puesta de sol lejana. El sol, que hace el último
guiño. No puedo creerlo. Estoy regresando. A-27, ése es mi asiento en el avión.
Fila de la derecha inmediatamente detrás de las alas, pasillo
centrar. Y estoy volviendo. Una guapa azafata me sonríe de nuevo
mientras pasa cerca. Demasiado cerca. Parece enviada por los Nirvana.
Lleva un perfume ligero, un uniforme perfecto, una camisa casi
transparente hasta el punto de dejar apreciar el sujetador de encaje.
Camina arriba y abajo por el avión, sin problemas, sin preocupaciones,
sonriendo.
-
Eva es un nombre precioso.
-Gracias.
-Usted
es un poco como la primera Eva, usted me tienta...
Se
queda un momento en silencio, mirándome. La tranquilizo.
-
Pero es una tentación lícita. ¿Me podría dar otra cerveza?
-Es
la tercera...
-
Pues claro, si sigue pasando así por mi lado... Bebo para olvidarla.
Sonríe.
Parece sinceramente divertida.
-
¿Cuenta siempre lo que beben los pasajeros o soy yo, que le
he quedado grabado en la memoria?
-
Decida Usted. Sepa que es el único que ha pedido cerveza.
Se
marcha, pero antes de irse sonríe de nuevo. Después rebota alegremente
mientras se aleja. Asomo la cabeza al pasillo. Piernas perfectas, medias
gruesas de compresión, oscuras, y zapatos serios de uniforme como las
demás. El pelo recogido, una doble coleta con algún que otro enredo de más, de
un rubio ligeramente mechado. Se para. La veo hablar con un señor de mi misma
fila que está un poco más adelante. Escucha sus peticiones. simplemente
asiente, sin hablar. Después dice algo riendo y lo tranquiliza. Se
vuelve una última vez hacia mí antes de marchase. Me mira. Ojos verdes.
Una raya ligera. Una sombra alta color ébano y algo de curiosidad. Estiro los
brazos. Esta vez soy yo quien sonríe. El señor dice algo más. Ella
contesta con profesionalidad y después se aleja. [...]
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