A fines del pasado siglo, los miembros de una naciente clase social granadina , la de los propitarios súbidamente enrequicidos con los bienes de sus fabricas azucareras ; aquellas burgesía, antes ociosa, que empezaba a sentirse atraída por los negocios , había descubierto París.
El París resplandecientes de la era de general optimismo que se llamó la bella epoque. El de los grandes modisto, como worth o como poiret; el del Moulin de Galett, pintado por Renoir y nuestros Santiago Rusiñol y Ramón Casas; el París de la legendaría Bella Otero,que se acababa de batir en duelo a espada con otra bellisima, cocotte, la famosa Lina Cavalieri; y , por encima de todo , el París que determinó los usos y costumbres ,las tendencias artisticas y la moda mundo entero , el prototipo de gran capital, con espaciosas avenidas amplia calles y dehogadas plazas,
Un nuevo París nacido al ditado de la voluntad de un alcalde de imperio eliminar buena parte de la ciudad vieja , con sus callejuelas retorcidas y sus rincones imprevistos a fin de privar a los alborotadores de posibles escondites en motienes y algaradas. El radiante y luminoso urbanismo del París de la segunda mitad del siglo XIX, había correspondido más de la urbe. Pero el resultado fue aquel París , que seconvirtió en espejo de la aparentes felicidad del mundo.
La nueva burgesía granadina surgida con el auge de las industrias del azúcar, también peregrinó a París . Ellas, buscaban buscando los cabarets, donde decían que el amor era fácil. El nombre de la capital Francesa fue dado en Granada a comercios de alto prestigio, sobre todo en modas y joyerías . Pero hay más . De París se calcó exactamente éste edificio , que todavía y ojalá que por mucho tiempo ennoblece y señorea una esquina de la Gran Vía con Reyes Católicos . La magnifica finca , ocupada y bien cuidada el Banco Central, es una fiel reprodución de otra que se levanta en el Bulevar de los Italianos , Parisiense. Angel Isac, estudioso del urbanismo de Granada en aquel tiempo, avanza el curioso episodio en uno de sus trabajos .
La historia merece la pena , En un viaje a París , un importante anticuario granadino, Enrique Linares García, se quedó prendado de un edificio que había sido distinguido con el premio de Arquitectura del Ayuntamiento de la capital Francesa. El edificio es éste que tienen ustedes delante en cliché de sus primero años Linares , de regreso a Granada , había encargado al arquitecto Angel Casas que le construyera aquí, en esta esquina de la Gran Vía, una casa igual que aquella . No puede negarse el buen gusto del anticuario. Tampoco dudar de la maestría del autor de los moldes de los adornos del suntuoso edificio, un artista carpintero ebanista y escultor, llamado Torres Rada, que tenía su taller en el Callejón del Tinte. La vieja fotografía nos permite disfrutar del holpe de vista de la noble fachada , recién construida, cuando la casa empezaba a ser llamada , La Paz Chica, en Granada aún no había automóviles y las farolas tenían una pomposidad italianesca.
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