Paisanos y seguidores

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19 de febrero de 2013

EL TESTAMENTO DE LA REINA CATÓLICA.




DESLUMBRA el  exterior de la capilla real, teñido de oros  a la luz artificial que lo baña de noche. Las viejas piedras  del siglo XVI, gastadas por las  lluvias  y los veranos,  sensibles a la primavera y el otoño, piedras con perfume de   símbolos , parecen  convertirse en gemas  de un  valioso joyel antiguo. Será, a caso, una ilusión de los sentidos; pero sin duda, esté es uno de los enclaves  granadinos  donde,  si se consigue disfrutar en soledad, se toca y se huele la historia  más  intensamente.
Fundada por los reyes católicos para su enterramiento, por real cédula fechada a 13 de septiembre de 1504, -<>-, los restos  de los monarcas  y patronos  del nuevo templo tardaron algún tiempo en reposar definitivamente  en él. La reina lo había  dejado dispuesto. Mandó en su testamento que, así como hubiese hecho la jornada para la otra vida, se la vistiera con el hábito Franciscano y, sin tocarla para más, se la dejase sin embalsamarla siquiera, hasta que su esposo, Don Fernando, determinase el punto y hora de entierro, <>. La soberana, conociendo a que 12 de Octubre de 1504 que su fin se acercaba, había añadido: << Pero quiero é mando que si el rey mi señor eligiere sepultura en otra  cualquier  iglesia ó monasterio de cualquier parte ó lugar destos  mis reinos, que mi cuerpo sea allí trasladado  é sepultado junto al cuerpo de su señoría, porque el ayuntamiento que tovimos  viviendo, é que nuestras  ánimas  espero en la misericordia  de Dios  tendrán en el cielo lo tenga, é represente  nuestros cuerpos  en el suelo>>. Mandaba también que sus  exequias  fuesen sencillas, << Antes  como de labradora pobre – escribe Diego San José – que como reina poderosa, sin luto alguno ni demasiadas   hachas ; que  sería  más  en servició de Dios  y bien de los humildes que se gastase en pan y vertidos  para ellos  aquello que hubiese de terminación de gastarse en ultraterrenas pompas ...>>.
Medió tan breve tiempo entre la fundación de la capilla Real y la muerte de la reina, el 26 de noviembre del mismo año 1504, que fue necesario el enterramiento provisional de los restos  de Isabel  I en el convento franciscano de la Alhambra, a donde le seguirían los del rey Fernando, muerto en Madrigalejo, el 23 de enero de 1516. Allí permanecería  hasta su traslado definitivo, el 10 de noviembre de 1521, a la capilla real ya terminada. Reinaba el emperador Carlos V,  nieto de aquellos reyes, cuando acababa de labrarse esta piedra que luce, bella y primorosa al sol, enjoyada a la luz artificial que la envuelve de noche.

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