Un dia de lluvia
Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la palabra abajo y abierta, y dirigiendo los ojos al cielo, quedose un momento parado en esta actitud estatuaría y augusta.No era que tomaba posesión del mundo exterior, sino era que observaba si llovía.Y al recibir en el dorso de la mano el frescor de lento orvallo frunció el sobrecejo.Y no era tampoco que le molestase la llovizna, sino el tener que abrir el paraguas. ¡Que bella es una naranja antes de ser comida!.Esto cambiará cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien se ensanche, a contemplar a Dios y todas las cosa en el. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servirnos de Dios.
1 comentario:
Tratando de disfrutar el Invierno y la Primavera...aunque nos cueste.
Mis cariños para ti.
mar
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